Ya no siento mis pies tan pegados al suelo y sin embargo, nunca lo habían estado tanto. Antes flotaba con mi mente y me perdía en caminos neuronales (y neuróticos a veces). Ahora quiero flotar con mi cuerpo por el mundo mientras mi mente está en el suelo.
Llevo un año y medio viviendo en Berlin. Dejé Barcelona porque necesitaba un reto. Ahora, después de un tiempo, siento que mi cuerpo, mente y alma me piden otros retos.
Os dejaré ver mi corazón de madera...
Bienvenidos.
31 de enero de 2010
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